Salmo 53 biblia católica
… “Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora y busca mi presencia y se vuelve de sus malos caminos, yo mismo le oiré desde el Cielo y perdonaré sus pecados…” (2 Cr. 7:14) – “Verás que en la oración encontrarás más conocimiento, más luz, más fuerza, más gracia y virtud de lo que jamás podrías conseguir leyendo muchos libros, o con grandes estudios. No consideres nunca como perdido el tiempo que empleas en la oración. Descubrirás que en la oración Dios te comunica la luz, la fuerza y la gracia que necesitas…” (Sor Lucia dos Santos)
Salmo 51 significado católico
El tercer término que utiliza el salmista para hablar del pecado es peshá. Expresa la rebelión del súbdito hacia su soberano y, por tanto, un desafío abierto dirigido a Dios y a su plan sobre la historia humana. 4. Sin embargo, si el hombre confiesa su pecado, la justicia salvadora de Dios está dispuesta a purificarlo radicalmente. Llegamos así a la segunda parte espiritual del salmo, el ámbito luminoso de la gracia (cf. vv. 12-19). Con la confesión de los pecados, se abre para el orante un horizonte de luz donde Dios actúa. El Señor no actúa sólo negativamente, eliminando el pecado, sino que recrea la humanidad pecadora por medio de su Espíritu vivificador: pone en la persona humana un “corazón” nuevo y puro, es decir, una conciencia renovada, y le abre la posibilidad de una fe límpida y de un culto agradable a Dios.
5. La riqueza del Salmo 50 (51) merece una cuidadosa exégesis de cada línea. Es lo que haremos cuando volvamos a encontrarlo en las Laudes de los viernes sucesivos. La visión de conjunto que hemos hecho de esta gran súplica bíblica revela varios componentes fundamentales de una espiritualidad que debe impregnar la vida cotidiana de los fieles. Hay ante todo un sentido vivo del pecado, visto como una elección libre, con una connotación negativa en el plano moral y teológico: “Contra ti, contra ti solo he pecado, he hecho lo que es malo ante tus ojos” (v. 6).
Salmo 91 biblia católica
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Salmo 51 biblia católica
Es el sentimiento que el rey David expresa aquí lo que aseguró su grandeza, lo que lo distinguió de su predecesor, Saúl, y lo que le permite mantenerse erguido entre los grandes héroes de Israel a pesar del grave pecado que se encuentra en el corazón de este lamento
Miserere… comienza: “Ten piedad, Dios, conforme a tu amor misericordioso”. Desde el principio, el orador, el rey David, hace dos cosas a la vez: admitir su pecado y confiar en la misericordia de Dios. No confía en sus buenas acciones anteriores ni en ninguna circunstancia atenuante. Es culpable y sabe que sólo la misericordia de Dios puede salvarlo.
El pecado de David tendrá consecuencias de largo alcance. La nación pagará por los crímenes de su rey, igual que los hijos sufren a menudo por los pecados de sus padres, los empleados por los de sus jefes, y los ciudadanos y feligreses por los de sus líderes.
David ha cometido adulterio con Betsabé y ha encubierto su pecado ordenando el asesinato de su marido. El profeta Natán lo ha confrontado con su crimen, así que ahora David no tiene dónde esconderse. Pero el contraste de David con su predecesor real es evidente. El rey Saúl no había sucumbido a las tentaciones de la carne; había dejado de confiar en Dios. Recurrió a la adivinación y a los médiums, en lugar de a Dios, para garantizar su futuro, por lo que Dios “se arrepintió” de elegir a Saúl como rey. Perdida la confianza de Dios y enterado de la muerte de su hijo, Saúl se desespera y cae sobre su espada.