Los leprosos en la biblia kjv
Jesús cura a diez hombres con lepra11 De camino a Jerusalén,(A) Jesús pasaba por la frontera entre Samaria y Galilea.(B) 12 Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres que tenían lepra(a)(C). Se pararon a cierta distancia(D) 13 y gritaron en voz alta: “Jesús, Maestro,(E) ten piedad de nosotros”. 14 Al verlos, les dijo: “Vayan y muéstrense a los sacerdotes”(F) Y mientras iban, quedaron limpios. 15 Uno de ellos, al ver que estaba curado, volvió alabando a Dios(G) en voz alta. 16 Se arrojó a los pies de Jesús y le dio las gracias, y era un samaritano.(H) 17 Jesús preguntó: “¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? 18 ¿No ha vuelto nadie a alabar a Dios sino este extranjero?” 19 Entonces le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha curado”.(I) Leer capítulo completo
3 leprosos en la biblia
“Cuídate de una infección de lepra, que observes y hagas con diligencia todo lo que te enseñan los sacerdotes levitas; como yo les he mandado, así te cuidarás de hacer. Acuérdate de lo que el Señor, tu Dios, hizo a Miriam en el camino cuando salisteis de Egipto.
Ningún hombre de los descendientes de Aarón, que sea leproso o que tenga flujo, podrá comer de las ofrendas sagradas hasta que esté limpio. Y si uno toca algo impuro por un cadáver o si un hombre tiene una emisión seminal,
Entonces el Señor habló a Moisés, diciendo: “Esta será la ley del leproso el día de su purificación. Será llevado al sacerdote, y el sacerdote saldrá al exterior del campamento. El sacerdote mirará, y si la infección de la lepra se ha curado en el leproso,leer más.Entonces el sacerdote dará órdenes de tomar dos aves vivas y limpias, y madera de cedro y un cordón de grana e hisopo para el que va a ser purificado. El sacerdote ordenará también que se mate una de las aves en una vasija de barro sobre agua corriente. En cuanto al ave viva, la tomará junto con la madera de cedro, el cordón de grana y el hisopo, y los mojará, junto con el ave viva, en la sangre del ave sacrificada sobre el agua corriente. Entonces rociará siete veces al que vaya a quedar limpio de la lepra y lo declarará limpio, y dejará que el ave viva ande libre por el campo. El que va a ser purificado lavará entonces sus ropas y se afeitará todo el pelo, se bañará en agua y quedará limpio. Después podrá entrar en el campamento, pero deberá permanecer fuera de su tienda durante siete días. Al séptimo día se afeitará todo el pelo: se afeitará la cabeza, la barba y las cejas, todo el pelo. Luego lavará su ropa y bañará su cuerpo con agua y quedará limpio.
Diez leprosos en la biblia kjv
Lucas 17:11-19 registra un relato de diez hombres que tenían enfermedades infecciosas de la piel, comúnmente traducidas como “lepra”. En la comunidad israelita, cuando una persona descubría una erupción o un trastorno de la piel, debía acudir al sacerdote para que lo examinara. El sacerdote determinaba entonces si se trataba de una enfermedad contagiosa y si la persona debía ser declarada ceremonialmente impura (Levítico 13:1). La ley judía prohibía a cualquier persona con tal enfermedad asociarse con la comunidad en general. Tenían que ser aislados y muchas veces vivían como parias hasta que morían (Levítico 13:45-46). Esto era necesario para evitar que las enfermedades infecciosas se convirtieran en una epidemia. Pero, para los afligidos, podía ser una sentencia de por vida.
Jesús había curado a varios individuos que tenían lepra o algún tipo de enfermedad infecciosa de la piel (Lucas 5:12-14; Marcos 1:40-42; Mateo 8:2-3; 11:5). En Lucas 17, diez hombres que formaban parte de una colonia de leprosos se acercaron juntos a Él, pero se mantuvieron a distancia, según la ley. Le gritaron: “¡Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros!”. Sin parecer hacer nada para curarlos, Jesús se limitó a darles la instrucción de ir a mostrarse al sacerdote.
Sermón de los 10 leprosos
Un perro grande entra en una carnicería llevando un bolso en la boca. Deja el monedero en el suelo y se sienta frente a la vitrina de la carne. “¿Qué pasa, muchacho?”, le pregunta bromeando el carnicero. “¿Quieres comprar carne?” “¡Guau!”, ladra el perro. “Hmm”, dice el carnicero. “¿De qué tipo? Hígado, bacon, filete…” “¡Guau!”, interrumpe el perro. “¿Y cuánto filete? Medio kilo, un kilo…” “¡Guau!” El carnicero, asombrado, envuelve la carne y encuentra el dinero en el bolso del perro.
Cuando el perro se va, decide seguirlo. El perro entra en un edificio de apartamentos, sube al tercer piso y empieza a arañar una puerta. Al hacerlo, la puerta se abre y un hombre enfadado empieza a gritar al perro. “¡Para!”, grita el carnicero. “¡Es el animal más inteligente que he visto nunca!” “¿Inteligente?”, dice el hombre. “Es la tercera vez esta semana que se olvida la llave”.
Contrasta eso con la historia de Pam, que trabajaba en el centro de Chicago. Todas las mañanas se encontraba con una mujer de mediana edad, de complexión gruesa y con un abrigo raído, que pedía monedas delante de una vieja iglesia de ladrillo. Saludaba a todos con una sonrisa y un agradable “Buenos días”. Pam casi siempre le daba algo. Sin embargo, después de casi un año de esta rutina, la mujer del abrigo raído desapareció. Pam se preguntó qué le había pasado.