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El libro más vendido de la historia sigue siendo uno de los más controvertidos. Venerada por los cristianos como la Palabra santa de Dios, la Biblia abarca siglos de historia, contiene diversos estilos literarios y culmina en la persona de Jesucristo. Pero, ¿cómo sabemos que la Biblia es verdadera? ¿No es sólo una colección de historias y mitos? Aunque contenga algo de historia, ¿podemos confiar plenamente en ella?
Para responder a estas preguntas debemos entender qué es la Biblia. No es un libro que llegara completo en un momento de la historia. La Biblia fue escrita a lo largo de 1.500 años por varios autores. Aunque se la considera un solo libro, en realidad es una colección de muchos libros.
Se llama Palabra de Dios aunque Dios no la escribió físicamente. En su lugar, Dios trabajó a través de personas corrientes, inspiradas por Él, para registrar lo que los cristianos aceptan como la Biblia. El Antiguo Testamento es principalmente un registro de los tratos de Dios con su pueblo elegido: los hebreos o judíos. El Nuevo Testamento continúa el registro con relatos del siglo I sobre la vida y el ministerio de Jesús y las luchas a las que se enfrentaron los nuevos cristianos en una cultura hostil.
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Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y puede juzgar los pensamientos y las intenciones del corazón. 13 Y no hay criatura oculta a su vista, sino que todas las cosas están abiertas y al descubierto a los ojos de Aquel con quien tenemos que ver.
“La Biblia es preeminente. No hay libro sobre la faz de la tierra que se le acerque. Decir que cualquier libro, en cualquier lugar, escrito por cualquier persona, podría en cualquier nivel compararse a la Biblia sería una declaración de ignorancia. Una persona conocedora, una persona estudiosa, una persona que ha examinado el tema objetiva y cuidadosamente nunca podría decir eso; la prueba es tan abrumadora” (MacDonald p. 16).
“La Biblia se ha conservado de forma única a través de la historia de la humanidad porque Dios la escribió, y Dios se ha comprometido al cien por cien a cuidar de ella. Los que se proponen destruir la Biblia no van contra el hombre. Van contra Dios todopoderoso, y por eso siempre fracasan” MacDonald pp. 17-18
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La pregunta es, por lo tanto, ¿hay suficiente evidencia para justificar la conclusión de que la Biblia es, de hecho, un volumen de origen divino? En efecto, las hay, y es a tales cuestiones a las que se dirige ahora la atención del lector.
¿Cree usted que parece razonablemente posible que cuarenta hombres, de orígenes diversos, y dispersos a lo largo de más de mil años en el tiempo, pudieran haber diseñado unos sesenta y seis componentes metálicos, que accidentalmente se unieron para formar una máquina de precisión que revolucionó el mundo? Imposible. Exactamente, desde el punto de vista humano. Pero eso es precisamente lo que ocurrió en el caso de la Biblia.
Las Sagradas Escrituras fueron escritas por unas cuarenta personas diferentes, a lo largo de unos 1.600 años. Estos autores, de orígenes culturales y educativos diversos, que escribieron en tres lenguas distintas (hebreo, arameo y griego), produjeron un volumen de sesenta y seis libros que se caracteriza por una unidad y una continuidad tan asombrosas que resultan inexplicables desde el punto de vista del origen humano.
Pruebas históricas de la Biblia
Existen varios relatos clásicos antiguos sobre Jesús procedentes de fuentes paganas no cristianas. Estos relatos son generalmente hostiles al cristianismo; algunos autores antiguos negaban la naturaleza milagrosa de Jesús y los acontecimientos que rodearon su vida:
Tal vez Thallus sea el primer escritor secular que menciona a Jesús, y es tan antiguo que sus escritos ya no existen. Pero Julio Africano, escribiendo alrededor del año 221 DC cita a Thallus quien previamente trató de explicar la oscuridad que ocurrió en la crucifixión de Jesús:
“Sobre el mundo entero se extendió una oscuridad espantosa; y las rocas se desgarraron por un terremoto, y muchos lugares en Judea y otros distritos fueron derribados. A esta oscuridad la llama Thallus, en el tercer libro de su Historia, como me parece sin razón, un eclipse de sol”. (Julio Africano, Cronografía, 18:1)
Si tan sólo se pudiera encontrar más del registro de Thallus, podríamos encontrar más confirmación de la crucifixión de Jesús. Pero hay algunas cosas que podemos concluir de este relato: Jesús vivió, fue crucificado y hubo un terremoto y oscuridad en el momento de su crucifixión.