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El Libro de Judit es un libro deuterocanónico, incluido en la Septuaginta y en el Antiguo Testamento de la Biblia de los cristianos católicos y ortodoxos orientales, pero excluido del canon hebreo y asignado por los protestantes a los apócrifos. Cuenta la historia de una viuda judía, Judit, que utiliza su belleza y encanto para destruir a un general asirio y salvar a Israel de la opresión. Los manuscritos griegos conservados contienen varios anacronismos históricos, por lo que algunos eruditos protestantes consideran ahora que el libro no es histórico: una parábola, una novela teológica o quizá la primera novela histórica[2].

No está claro si el Libro de Judit se escribió originalmente en hebreo o en griego. La versión más antigua que existe se encuentra en la Septuaginta, y podría ser una traducción del hebreo o estar compuesta en griego. Los detalles de vocabulario y redacción apuntan a un texto griego escrito en una lengua inspirada en el griego desarrollado a través de la traducción de los otros libros de la Septuaginta[4].

Las versiones existentes en hebreo, ya sean idénticas a la griega o en la versión hebrea más corta, datan de la Edad Media. Las versiones hebreas nombran directamente a personajes importantes, como el rey seléucida Antíoco IV Epífanes, situando así los acontecimientos en el periodo helenístico, cuando los macabeos lucharon contra los monarcas seléucidas. La versión griega utiliza referencias deliberadamente crípticas y anacrónicas como “Nabucodonosor”, un “rey de Asiria”, que “reina en Nínive”, para el mismo rey. La adopción de ese nombre, aunque no histórico, se ha explicado a veces como un añadido del copista, o un nombre arbitrario asignado al gobernante de Babilonia[cita requerida].

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Biblia de los Macabeos

El nombre de Judit significa “judía” y puede representar a la nación de Israel en su lucha por mantener su identidad judía en el mundo grecorromano. Sin hijos y rica, no es la típica viuda. Judit reza y ayuna con regularidad y mantiene el kosher, llevando una vida casi ascética tras la muerte de su marido (Jdt 8:5-6). Su piedad es bien conocida: “Nadie hablaba mal de ella, porque temía a Dios con gran devoción” (Jdt 8:8). Su genealogía es la más larga de todas las mujeres bíblicas (Jdt 8:1-2). Como la Mujer Sabiduría personificada de Proverbios, toma las riendas, reprendiendo a los ancianos de la ciudad por poner a Dios a prueba ante el asedio de Nabucodonosor (Jdt 8:11-12).

Pero Judit también miente repetidamente (Jue 10:12-13, Jue 11:5-6, Jue 11:11-15, Jue 11:17-18, Jue 12:18) y reza para que Dios apruebe su engaño (Jue 9:10, Jue 9:13). Sus mentiras destilan ironía y doble sentido. Se une así a las filas de otras mujeres que mienten por la supervivencia de Israel: Rebeca, Tamar, las parteras Sifra y Puah, Rahab y Ester.

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Libros deuterocanónicos

Hace 1600 años, el padre de la Iglesia Jerónimo adoptó un enfoque muy creativo para la traducción del Libro de Judit del Antiguo Testamento: redujo el texto original a la mitad aproximadamente, como demuestra la teóloga Lydia Lange en su tesis doctoral.

La versión condensada es la siguiente: Los asirios asedian la fortaleza montañosa de Betulia, la situación de la gente en el interior es desesperada. Es entonces cuando la viuda Judit acude al campamento enemigo, donde su extraordinaria belleza le permite acceder a Holofernes. Tras un banquete en su honor, consigue decapitar al general borracho en su tienda. Con la cabeza cortada regresa a su pueblo, que se arma de valor, se atreve a abrir brecha y expulsa a los asirios.

La primera comparación lo demostró: Jerónimo acortó y cambió el texto hasta tal punto que en su “traducción” sólo queda la mitad del original. Por ello, el teólogo de la JMU realizó una comparación del texto meticulosamente precisa.

“Jerónimo subraya la castidad de Judit, pero el original griego y las demás traducciones latinas no mencionan esa palabra en absoluto”, afirma Lydia Lange. Además, Judit actúa en el texto original sin ayuda divina, pero Jerónimo hace que Dios intervenga en la acción: precisamente por la castidad de Judit, Dios la hace aún más bella.

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[2] De piedras escuadradas y labradas; hizo sus muros de setenta codos de ancho y treinta de alto, y sus torres de cien codos de alto. Pero en el cuadrado de ellas, cada lado se extendía el espacio de veinte pies.

[5] “Nabucodonosor”: No el rey de Babilonia, que tomó y destruyó Jerusalén, sino otro del mismo nombre, que reinó en Ninive: y es llamado por los historiadores profanos Saosduchin. Sucedió a Asarhaddan en el reino de los asirios y fue contemporáneo de Manasés, rey de Judá.

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