La interpretación católica de la revelación 13
La histeria del fin de los tiempos alcanzó su punto máximo a finales de la década de 1990, cuando se acercaba el milenio. Ha resurgido en los últimos años debido a las profecías evangélicas y a una fiebre del fin de los tiempos que no hará más que aumentar a medida que nos acerquemos al final de 2012. ¿Revela el Apocalipsis la fecha del fin del mundo? ¿Cuándo tendrán lugar los siete años de tribulación? ¿Vivimos realmente en el fin de los tiempos? El Libro del Apocalipsis es probablemente el libro más aterrador y desconcertante del Nuevo Testamento. Lleno de signos y símbolos, predicciones y advertencias, habla de tiempos extraordinarios marcados por estrellas que caen, una luna cubierta de sangre, el colapso de imperios y estragos generalizados. Este lenguaje hiperdramático caracteriza toda la literatura apocalíptica. El P. Alfred McBride, O. Praem. aclara las cosas con una auténtica interpretación católica del Apocalipsis. Le da tres claves para entender el Libro del Apocalipsis y ofrece una esperanza que sostiene a los cristianos que han experimentado o experimentarán las pruebas y persecuciones que siempre han acompañado a los miembros de la Iglesia. Además de hablar del fin del mundo, el P. McBride presenta una auténtica enseñanza católica sobre temas como el Rapto, la “marca de la bestia”, el Anticristo, los mil años de paz y mucho más en este curso, Desvelando el Apocalipsis.
¿Qué significa Apocalipsis en la Biblia?
Definición e historia
Apocalipsis ha llegado a utilizarse popularmente como sinónimo de catástrofe, pero la palabra griega apokálypsis, de la que deriva, significa una revelación.
¿En qué versículo se encuentra el apocalipsis en la Biblia?
Apocalipsis 12 es el duodécimo capítulo del Libro de Apocalipsis o el Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. El libro se atribuye tradicionalmente al apóstol Juan, pero la identidad exacta del autor sigue siendo objeto de debate académico.
Comentario católico al libro de la revelación pdf
El Apocalipsis, o Apocalipsis a Juan, el último libro de la Biblia, es uno de los más difíciles de entender porque abunda en un simbolismo desconocido y extravagante, que en el mejor de los casos parece inusual para el lector moderno. Sin embargo, el lenguaje simbólico es una de las principales características de la literatura apocalíptica, de la que este libro es un ejemplo destacado. Esta literatura gozó de gran popularidad tanto en los círculos judíos como en los cristianos desde el año 200 a.C. hasta el 200 d.C.
Este libro contiene un relato de visiones en un lenguaje simbólico y alegórico tomado ampliamente del Antiguo Testamento, especialmente de Ezequiel, Zacarías y Daniel. Si estas visiones fueron o no experiencias reales del autor o simplemente convenciones literarias empleadas por él es una cuestión abierta.
Sin embargo, esto es cierto: las descripciones simbólicas no deben tomarse como descripciones literales, ni el simbolismo debe representarse de forma realista. A uno le resultaría difícil y repulsivo visualizar un cordero con siete cuernos y siete ojos; sin embargo, Jesucristo es descrito precisamente con esas palabras (Ap 5:6). El autor utilizó estas imágenes para sugerir el poder universal (siete) de Cristo (cuernos) y su conocimiento (ojos). Un rasgo significativo de la escritura apocalíptica es el uso de colores, metales y vestimentas simbólicas (Ap 1:13-16; 3:18; 4:4; 6:1-8; 17:4; 19:8) y números (cuatro significa el mundo, seis la imperfección, siete la totalidad o perfección, doce las tribus de Israel o los apóstoles, mil la inmensidad). Por último, el lenguaje vengativo del libro (Apocalipsis 6:9-10; 18:1-19:4) también debe entenderse de forma simbólica y no literal. Los gritos de venganza en boca de los mártires cristianos, que suenan tan duros, son en realidad recursos literarios que el autor empleó para evocar en el lector y en el oyente un sentimiento de horror por la apostasía y la rebelión que serán castigadas severamente por Dios.
Biblia de Navarra: la revelación
“Cuando se reunieron, le preguntaron: “Señor, ¿restaurarás en este momento el reino a Israel?”. Él les dijo: “No os corresponde a vosotros conocer los tiempos o las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad. Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros; y seréis mis testigos en Jerusalén y en toda Judea y Samar′ia y hasta el fin del mundo.’ Y cuando dijo esto, mientras ellos miraban, fue levantado y una nube lo arrebató de su vista.Hechos 1:6-9
Al igual que los discípulos, los seres humanos anhelamos tener todas las respuestas. Queremos saber qué hay a la vuelta de la esquina y poder prepararnos para lo que nos espera. ¿Conseguiremos algún día la carrera de nuestros sueños? ¿Encontraremos algún día a alguien con quien compartir nuestra vida? ¿Seguiremos estando seguros y sanos? Queremos tener el control de nuestro propio destino, y ¿qué mayor respuesta podría desear nuestro corazón que saber lo que vendrá después de esta vida? En cambio, Jesús nos dice en los Hechos que “no nos corresponde saberlo”.
Comentarios
A lo largo de los siglos cristianos, el Apocalipsis -el “Libro del Apocalipsis de Jesucristo a Juan”- ha sido un feliz coto de caza para herejes y otros que desean obtener un respaldo bíblico para sus predicciones sobre el futuro.
Es quizás por esta razón que la Iglesia Católica “protege” a sus feligreses limitando severamente el número de veces que utiliza el Apocalipsis en su leccionario. Las secciones seguras y exhortativas de las “Cartas a las Siete Iglesias”, la visión del Cordero Inmolado y la lectura del día de Todos los Santos de la santa hostia reunida ante el trono de Dios.
Incluso durante el tiempo de Adviento, cuando se podría pensar que las lecturas sobre las “últimas cosas”, la segunda venida de Cristo y el nuevo cielo y la nueva tierra serían particularmente relevantes, hay una ausencia del Apocalipsis.
Pero hay otro pasaje que tiene una exposición regular (o al menos anual). La visión de la Mujer en el capítulo 12 del Apocalipsis ocupa su lugar en las lecturas de la fiesta de la Asunción de la Virgen María en agosto.