Las emociones en la biblia kjv
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Las Escrituras están repletas de emociones, tanto de Dios como del hombre. La Biblia es una colección de libros, dirigidos a personas por una Persona. Es la revelación de un Dios personal a personas humanas hechas a su imagen. Dado que las emociones son un componente importante de la persona, la Biblia trata necesariamente de las emociones, entre otras cosas. La Biblia revela con frecuencia las emociones de Dios para que nuestras vidas, incluyendo nuestras emociones, puedan honrarle y glorificarle plenamente. Por ejemplo, las Escrituras hablan con frecuencia de la ira de Dios. En términos muy claros, Dios quiere que entendamos no sólo lo que piensa sobre el pecado, sino también cómo se siente al respecto. ¿Por qué? Evidentemente, para que conozcamos mejor al Señor y, en particular, para que comprendamos mejor su santidad y su amor. La Biblia habla de la ira de Dios para que podamos comprender, racional y emocionalmente, nuestro dilema moral ante su santa justicia y para que podamos experimentar la profundidad de su amor por nosotros cuando derramó su justa ira sobre su Hijo en lugar de sobre nosotros. “La Escritura no sólo habla de las emociones, sino que también habla a nuestras emociones y a través de ellas. La propia Biblia es una literatura emocional, llena de expresiones emocionales y diseñada no sólo para comunicarse con nuestra racionalidad, sino también para conmovernos emocionalmente, afirmando así nuestra emocionalidad”[1].
¿Qué emociones se mencionan en la Biblia?
Hay emociones positivas, como la alegría, el amor y la confianza, así como emociones negativas, como la ira, la tristeza y los celos: todas nos las ha dado el propio Dios que las tiene y todas deben utilizarse tanto para el bien como para el mal.
¿Cuál es el propósito de Dios para las emociones?
Dios dio a los humanos emociones para impulsarnos a hacer algo. Y como Dios dice que todos los mandamientos dependen de amar a Dios y a los demás (Mat 22:37-39), sé que las emociones nos ayudan a vivir en relaciones sanas y a mantenernos conectados con Dios y con los demás.
Cómo manejar las emociones bíblicamente
Recientes investigaciones en filosofía, psicología y neurociencia han demostrado que las emociones no son, como antes pensábamos, impulsos irracionales y animales que hay que reprimir e ignorar. Por el contrario, las emociones son fenómenos ricos y cognitivos esenciales para la salud humana y la vida moral. Apropiándose de esta visión en su propio trabajo, docenas de eruditos bíblicos y teólogos han mostrado un reciente aumento de interés en el tema. [1] Esta bibliografía pretende poner al alcance de un público más amplio la sorprendente cantidad de literatura resultante. Su objetivo es no sólo estimular la investigación académica en los estudios bíblicos y la teología en general, sino también ayudar a los predicadores, profesores, consejeros y traductores en su propio trabajo y ministerio.
También hay que tener en cuenta que los subapartados de “Consideraciones teóricas” y “Antecedentes bíblicos” pretenden proporcionar un telón de fondo teórico y contextual para el estudio de las emociones en la Biblia, por lo que intencionadamente no son tan completos como las secciones sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Además, algunas disciplinas se agrupan bajo un mismo epígrafe porque comparten afinidades evidentes y a menudo se tratan juntas. Las obras que tratan explícitamente tanto de la Biblia hebrea como del antiguo Cercano Oriente figuran en “Antiguo Cercano Oriente”, entre otras cosas porque esta categoría está poco desarrollada en la actualidad. Y se ha utilizado la triple división judía de la Biblia hebrea para facilitar la categorización. Los asteriscos, por último, señalan algunas de las entradas destacadas en cada categoría.
Lección bíblica sobre las emociones
Las emociones son complicadas y complejas, misteriosas y desconcertantes. Ni siquiera los expertos están seguros de qué es lo que nos hace experimentar emociones. Tanto las ciencias sociales como la neurobiología han intentado, sin éxito, explicar el origen de las emociones. Y para los cristianos, las emociones pueden ser problemáticas, frustrantes y poco fiables. Algunas emociones parecen profundamente espirituales; otras parecen francamente pecaminosas. Dios nos creó para experimentar emociones, sin embargo, hay formas piadosas e impías de manejarlas. Este curso de 12 sesiones sobre el Libro de los Salmos le ayudará a resolver esto.
Dios no espera que pretendamos que nuestra indignación no sea real. Sí espera que resistamos la tentación de devolver mal por mal, que trabajemos por la reconciliación, que dejemos espacio para su ira y que venzamos el mal con el bien.
Qué dice la biblia sobre las emociones de las mujeres
“Estoy aquí tratando de lidiar con mis sentimientos fuera de control”, escribió una amiga en un correo electrónico. “Estoy teniendo uno de esos momentos especiales en los que, de la nada, te desbordas de ira ante las cosas más tontas que ayer no te inmutaron. Quiero decir que esto es de verdad”. He aquí una mujer piadosa que es conocida por su firme confianza en Dios, pero, como todos nosotros, tiene esos momentos en los que parece que sus emociones han tomado el control y están secuestrando su progreso espiritual.
Dios no nos dejó manejar nuestras emociones por nuestra cuenta. Él no dijo: “Aquí, te estoy dando esta mezcla de sentimientos confusos. Espero que puedas resolverlos por tu cuenta”. No, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos en su Palabra para aprender a manejar nuestros sentimientos y glorificarle con nuestras emociones.
Cuando se trata de emociones, tendemos a empezar con cómo nos sentimos, cómo queremos sentirnos, o cómo otros esperan que nos sintamos-en lugar de con Dios. Debido a que el pecado impregna nuestras emociones, es más probable que nos volvamos hacia adentro con nuestras emociones, en lugar de hacia afuera, hacia Dios. Tenemos los sentimientos más fuertes sobre lo que queremos, lo que tememos, lo que atesoramos y lo que despreciamos. Buscamos las emociones para nuestra satisfacción egoísta. Tomamos el don de las emociones que era de Dios y lo torcemos hacia nosotros mismos. Y cuando empezamos con nosotros mismos, en lugar de con Dios, nuestras emociones serán siempre confusas y difíciles de manejar.